La inquietud fotográfica: Erwin Olaf
Nadia Cortés
A propósito del último trabajo de Erwin Olaf, Dusk & Dawn, surge la pregunta de ¿Por qué este tipo de fotografía nos atrapa o nos identifica pero sin saber dar razón de ello? La respuesta es porque nos inquieta, algo que similarmente ocurre con el cine de Lynch. Pero, ¿qué es lo inquietante? La transformación de lo familiar en extraño, que causa una especie de malestar en el espectador, siendo inquietante porque es secretamente muy familiar y es por ello que se reprime.
Así, lo inquietante se vuelve siniestro por el juego de la apariencia.
En nuestra “era de la imagen”, la fotografía de Olaf, presenta un trabajo que refleja una época desolada, resalta la apariencia y muestra lo que no se ve pero que todos sabemos, en Dusk, dos síntomas constantes de esta época, la muerte no superada del padre diluida en ese espacio vacío que se muestra en las apariencias. Mother(2009) es la muerte del padre, el vacío en la puesta en escena, en el teatro de lo cotidiano, pero no sólo se presenta una metáfora de la tristeza, una madre dolida y un hijo abandonado, sabemos leer en las apariencias porque vivimos en ellas, aparece la emergencia de un poder absoluto de la madre, como una escena Tarkovskiana, poder que permite dibujar una aparente familiaridad pero que ofrece también una estética siniestra que exhibe la locura y la castración de la seguridad a través de la construcción de las apariencias.
Es quizá por eso que todo el arte que se nos presenta como inquietante nos causa una cierta repulsión y a la vez un sutil deseo de descubrirlo. Y es que pareciese imposible que nuestras invenciones posteriores no estén marcadas por ese doble juego de lo visible y lo invisible. Retomando el trabajo de Olaf y pensando, como lo hace Alasdair Foster, en las metáforas de Oscar Wilde, el verdadero misterio del mundo es lo visible y no lo invisible.
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