¡Mamá, me he convertido en unicornio!
Xabier se levantó aquella mañana sintiéndose raro, le dolían los ojos y sentía una especie de picazón entre ceja y ceja. Había que ir a la escuela y, como era costumbre, le costaba mucho quitarse las sábanas que lo cubrían y que a él le parecían que a esa hora de la mañana pesaban como láminas de hierro y por desgracia él nunca se sentía súper poderoso para quitárselas de encima. Después de muchos esfuerzos y con la inquietud que lo invadía por saber que pasaba entre sus ojos, de un brinco arrojó todo al suelo y se fue corriendo hacia el baño.
Se lavó la cara para quitarse las chinguillas que parecían telarañas sobre sus párpados, lo hizo lentamente porque sabía que algo pasaba y presentía que no querría averiguar del todo lo que era. Sentía una tensión en la frente, quitó las gotas de agua que sobraban con una toalla, y se acercó casi embarrándose al espejo. Algo crecía en él, entre rojo, morado y blanco se dibuja un círculo en su frente. No sabía que era, estaba asustado y a la vez, emocionado, pensó en todas las historietas, en los comics que leía para ver si sus síntomas, si esa aparición extraña en su cara coincidía con alguna mutación típica de conversión en súper héroe. Pero ni Batman ni Superman habían presentado malestares en la frente ni manchas faciales, sin embargo, pensó:
- Claro y si me ha picado algo como al Hombre Araña, quizá sólo quizá me puedo convertir en el Hombre Zancudo o en el Hombre Mosquito.
Olvidó por un momento el asunto aunque guardó esa idea en su cabeza, cogió un poco de maquillaje de su madre y tapó el círculo para prevenir, por si fuese el caso, su identidad, quién sabe qué villanos pueden haber allá afuera. Bajó a desayunar, su madre le había preparado hot cakes con nutela y un vasotote de leche, Xabier pensó que el camuflaje de su mancha heroica había sido realizado con éxito porque ni su padre ni su madre se habían dado cuenta de lo diferente que lucía.
Al llegar a la escuela, fue directo a ver a su mejor amigo y le contó que algo extraño le estaba pasando, Daniel escuchó atento todo la historia pero, de pronto, giró su cabeza y Xabier se dio cuenta que él también tenía una mancha y supuso que había encontrado a su pareja de aventuras en el mejor de los casos o quizá a su propio enemigo. En fin, no preguntó nada a su amigo para ser precavido.
Antes de salir de clases, Xabier, como de costumbre paso por el baño porque el viaje era largo hasta casa, de pronto, se miró al espejo y… Noooooooooooooooooooooooooooo, ya no era simplemente una mancha, ahora era una bola gigante entre sus ojos, blanco amarilla que punzaba con fuerza, se la tocó y el dolor fue insoportable pensó que quizá podría explotarla, reventarla y entonces la magia comenzaría, pero no era el lugar ni el momento, aunque tampoco podría mantener ya su identidad escondida. Salió de la escuela corriendo y con la cabeza agachada haciendo con la mano un gesto rápido de adiós a todos los que le encontraban en el camino y que le preguntaban si iría hoy por la tarde al parque a jugar.
Subió rápidamente al coche de su madre apenas mirándole a los ojos, ella lo saludó con cariño e intentó acercarse para darle un beso, pero el niño le dijo que arrancase y que luego habría tiempo para besitos. Su madre no dijo nada y emprendieron el camino a casa, le preguntó si pasaba algo y el movió la cabeza diciendo que no; ella insistió y le dijo que si le hubiese sucedido cualquier cosa podía confiar en ella para decírselo. Xabier levantó poco a poco la cabeza, su madre detuvo el coche, y entonces lo miró para escucharlo, de repente, lo entendió todo al mirar su frente, lo abrazó con fuerza y le dijo:
-Ya está pasando, mi pequeño. No pasa nada, eso es totalmente normal. Tú no te preocupes seguramente ha crecido tanto por los hot cakes con chocolate de esta mañana. Eso pasa mucho a tu edad, no a todos pero algunos tienen que pasar por esto, tú no hagas caso si alguien intenta burlarse de ti.
Así que su madre ya lo sabía todo, pensó:
-Y ¿cuándo me lo pensabas decir?- le preguntó a su madre- Supongo que la noticia de convertirme en súper héroe debe ser algo muy importante para lo que los niños deben estar preparados, no así de golpe nada más.
Su madre se quedó sorprendida con lo que su hijo le había dicho y entonces, tuvo que explicarle que:
-No, Xabi, a ver mira, no quiero desilusionarte pero es que no te vas a convertir en súper héroe, lo que pasa es que te ha salido un barrito, acné, quiero decir, pues, un grano.
-¿Cómo que un grano?-dijo él- Así no más, un grano sin nada, o sea, ¿no significa nada?
-Bueno querido, pues sí, significa que te estás haciendo mayor pero nada más. Lo siento mucho Xabi, pero ya te digo mi niño, no te preocupes se te pasará en unos días y ya está, volverás a ser el niño normal de siempre.
Su madre le propició un beso, arrancó el coche y continuaron el camino hacia casa. Xabier de copiloto, se encontraba molesto, desconcertado e incluso desilusionado, él no quería ser un niño normal, quería tener súper poderes, ser especial, destacar por alguna habilidad única e irrepetible. Pero su madre tenía razón y por eso Daniel, su mejor amigo, tenía uno igual a él aunque lo tuviese en la mejilla izquierda.
Llegaron a casa y Xabier comió muy rápido, subió a su habitación, hizo sus tareas y decidió no bajar a cenar, estaba raro, se sentía indispuesto, seguía teniendo el malestar en la frente y sentía que en su cuerpo algo no era como antes, pero no podía imaginar ya nada, si su madre dijo que era un grano pues un grano ha de ser.
Se metió a la cama, se cubrió con sus láminas de hierro y rápidamente empezó a soñar. Estaba en una escuela nueva muy rara, con niños diferentes que tenían algo en la frente pero que no sabía identificar que era. Cocinaban cosas raras que después utilizaban para alimentar a animales extraños que no eran de especies conocidas y que les servían de vehículos para regresar a casa saliendo de clases.
¡¡¡¡Ring, Ring!!!! Sonó el despertador y Xabier abrió sus ojos con sorpresa, había algo en su frente pero ahora mucho más grande y lo podía tocar. Saltó de la cama como un súper héroe, entró al baño, se lavó la cara topándose con algo que no le permitía limpiarla bien y entonces al mirarse al espejo le gritó a su madre:
-¡Mamá, no era un grano!, ¡mamá, mamá, mamááááááááááááááá! ¡Mamá, me he convertido en un unicornio!
Xabier no es el Hombre Zancudo ni el Hombre Mosquito pero tiene un cuerno de unicornio en la frente que le hace tener poderes especiales, toma clases en la escuela que soñó y va a casa en un erizo cuya piel le hace cosquillas durante todo el camino a casa.