martes, 1 de mayo de 2012

Tres de Zombies





El doctor no podía entrar en razón, al menos eso creía su paciente:
- Estoy muerta, le decía, de verdad que lo estoy.
- Esto será el limbo, ya huelo feo ¿no lo nota?, le preguntaba.
Se la llevaron a rastras, mientras ella veía como su piel quedaba despedazada por el camino.



Ayer le presentaron a Mademoiselle  X, ella no está loca ni muerta simplemente está negada a vivir como todos los demás, con la muerte como horizonte y con Dios como regente. Tiene sólo huesos y piel, vacía de una a otra costilla pero con la superioridad de estar atravesada por la nada, sin falso humanismo, sin doble moral, ella es el vacío absoluto: la muerta viviente. El doctor no sabe qué hacer con ella, cada vez que la ve, le duele la cabeza, le recuerda lo poco que vale la vida y lo tanto que elevamos las banalidades que nos enseña la religión y la política, verla y escucharla es como inyectarse nihilismo en vena.



-¡Sácame el corazón! ¿No lo entiendes? Ya no sirve, ya no duele. Méteme un cuchillo hasta el fondo. Si quieres también el estomago, ¿Cuándo vas a mandarme a que me hagan la autopsia? No tengas miedo, ¡apúrate! que no ves como los gusanos me comen.
Su madre lo besó en la frente, le dio un sedante, cuando dejó por fin dejó de gritar, llegó la hora de cortarle la yugular.  

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