La especificidad de Faezeh consiste en ser un relato perteneciente a otro más grande, la película Women Without Men basada en la novela de Shahrnush Parsipur, ambientada durante el golpe de estado en Irán de 1953, cuenta la historia de cinco mujeres que luchan de manera independiente por conseguir su libertad, análogamente como su país combate la invasión extranjera. En general, todo su trabajo se mueve sobre esta línea, aborda como partida el conflicto entre Occidente y el Islamismo fundamentalista. La mirada de la artista es particular, disidente de su patria más que exiliada, sale de Irán en 1974, pocos años antes de la revolución iraní de 1979, a los 17 años para ir a estudiar a Berkeley, lo que hace evidente el estatus del que proviene, una familia que le puede proporcionar ciertas posibilidades que son privadas a una media. Faezeh, tiene la posibilidad de llegar al espectador por esa empatía emocional, la introspección tan bien lograda abre canales de comunicación y se llega a olvidar el contexto y, pese a que en todo su trabajo se mueve esta poética visual, es imposible en muchas de sus otras obras no encontrar la reafirmación del contexto que pretende señalar, justo aquí es donde entra el conflicto, la ambigüedad de la recepción y de la significación. En sus primeras series fotográficas, Unveiling (1993) y Women of Allah(1997), o en sus trabajos posteriores con las videos instalaciones, como Turbulent(1998), Rapture(1999) o Zarin(2005), nos queda claro que es lo que percibe de Irán y desentrañamos las impresiones que tuvo al regreso a su tierra en 1990, un país ideológicamente determinado, donde el protagonista principal son las mujeres por ser víctimas de una sociedad machista, vidas marcadas por la violencia, exaltación de la sumisión y la ignorancia en pro de una ideología. La pregunta es ¿No hemos escuchado esto ya antes? ¿Imágenes de mujeres tatuadas por la ideología y sosteniendo armas no son parte ya de nuestro imaginario Occidental sobre el Islam? ¿Qué aporta su mirada poética al acercamiento con medio oriente, o será que sirve para reafirmar aquello que todos, por marcos determinados, siempre miramos en esa alteridad desconocida? Neshat lo reconoce, confirma que su acercamiento a su propia tradición es ambiguo, una especie de conversación en crisis, un ojo nómada que hace que su trabajo no sea “puro”, posicionado en un espacio dual entre Irán y EE.UU, sus afirmaciones hacen honesto el horizonte desde el que parte, pero en sus trabajos se afirma el acercamiento al cliché de lo islámico, no se puede negar que la estética es impecable, las evocaciones poéticas bien logradas, pero surge la pregunta a cada instante, con el contexto ¿existe todavía la comunicación? O ¿qué es lo que se comunica?
En Women of Allah, quiere mostrar un acercamiento a la mujer iraní contemporánea, y a las nuevas tareas que tuvieron que asumir después de los conflictos políticos, el acercamiento es desde la conmoción, señalando una injusticia que dentro del contexto islámico sea seguramente el pan nuestro de cada día. No puede justificarse desde la normalidad de una ideología acciones que marginan, pero tampoco se puede hacer una crítica política social desde un marco que omita la necesidad de darles voz a esas mujeres desde el propio lugar que las oprime. Porque aunque en el desarrollo de su trabajo ha suavizado la crítica política con su poética, su trabajo no puede ser sino político,“Si eres iraní tienes que hacer de tú arte una arma política”. Y el ataque con un arma que no mata sino que apunta denunciado, no puede ser sino desde el diálogo pero ¿Cuál es el diálogo que existe cuando las delimitaciones se dan desde una ideología dominante que está muy lejos de ser igualitaria? Como menciona la teórica turca, Seyla Benhabib, toda comprensión sea del pasado o de una obra de arte, debe comenzar con un imperativo metodológico y moral de reconstruir el sentido tal como se presenta en el lugar que se critica. Neshat intenta transgredir el límite de la determinación de su mirada por formarse en una cultura occidental, apelando a que lo que refleja en sus obras nos compete a todos y es un problema que no sólo sucede en Irán, dice que más allá de la ideología se trata de un problema de derechos humanos, que son transgredidos en ciertas circunstancias. Pero esta apelación sólo demuestra lo bien que ha digerido Neshat el discurso occidental, se olvida que estos derechos humanos, con pretensiones universales y transversales, se corresponden a los derechos de la ciudadanía, derechos construidos para un régimen político plenamente occidental, apelar a los derechos humanos suena a crítica colonizadora que lleva a la razón por la mano. Pero habría que no ser tan duros con la artista, quizá su posición tiene que ver más con lo que habla Giovanni Sartori, si pudiésemos establecer un universal con el que examinar lo permisible y no permisible en una sociedad sería a través de la regla de evasión del daño, pero otra vez nos introducimos en la cadena infinita, lo que es dañino no puede ser universal, ya que se establece siempre bajo la luz de un contexto. La mirada ha cambiado y quizá nos quedamos mejor con Games of Desire(2009) un acercamiento que rescata elementos que nos permite conocer un poco de esa cultura que se vende tan mitificada, es interesante su pequeño giro con este trabajo que, además, nos regala un juego visual de colores como estética del camuflaje, también hay crítica en ese trabajo, pero desde adentro y sin complacer tanto al público, algo similar al trabajo de Farhad Moshiri que hace interpretaciones irónicas sobre lo hibridación de la cultura islámica a través del consumismo globalizado.
Nadia Cortés